Rediseñar procesos antes de digitalizar y automatizar.
- Miguel Ángel Vega
- 25 jun
- 2 Min. de lectura

La promesa de la automatización suele llegar acompañada de conceptos como agilidad, eficiencia y escalabilidad. Y si bien la tecnología tiene el potencial de habilitar mejoras significativas, nuestra experiencia acompañando procesos de digitalización y automatización de procesos revela un patrón frecuente: automatizar sin rediseñar previamente es, en muchos casos, un error costoso.
Empresas de distintos tamaños y sectores intentan digitalizar procesos heredados sin haberlos cuestionado. Implementan herramientas sobre estructuras obsoletas, automatizan flujos complejos o ineficientes y, sin darse cuenta, aceleran la fricción interna en lugar de aliviarla.
El resultado es un sistema moderno que opera sobre fundamentos inestables. Cuando esto ocurre, lo que debía ser una solución se transforma en una fuente de frustración. Plataformas que amplifican ineficiencias, sistemas que institucionalizan el desorden, herramientas que exigen más esfuerzo que el que resuelven.
La tecnología no ayuda a rediseñar por sí sola. No mejora lo que está mal, solo lo ejecuta más rápido… y lo deja más expuesto. Por eso, antes de invertir tiempo y recursos en automatización, la verdadera pregunta no es “¿Qué herramienta necesitamos?”, sino:
¿Estamos digitalizando un proceso optimizado o simplemente trasladando un problema a una nueva interfaz?
En un entorno donde la presión por “digitalizar rápido” es cada vez mayor, esta reflexión se vuelve más necesaria. En PBSG hemos aprendido que una pausa estratégica, antes de cualquier decisión tecnológica, es la mejor inversión inicial. Esa pausa permite hacer preguntas esenciales tales como:
¿Este proceso es realmente necesario?
¿Está alineado con la forma en que queremos operar hoy o de modo evolucionado?
¿Podemos lograr lo mismo con menos pasos, menos personas o menor complejidad?
¿Qué experiencia genera este proceso en nuestros equipos y usuarios?
Una vez que estas preguntas han sido respondidas, el camino hacia la digitalización y automatización no solo se aclara, sino que se convierte en un proceso coherente, eficiente y alineado con los objetivos del negocio.
Porque automatizar no es solo hacer lo mismo más rápido. Es hacer lo correcto, de una manera mejor, que permita escalar de forma natural y sin fricción.
Y eso no parte con la adopción de nuevo software ni con la implementación de agentes de inteligencia artificial. Parte con una decisión consciente de entender, rediseñar y optimizar antes de digitalizar. Desde ahí, la tecnología puede ser una verdadera aliada. Pero si no se rediseña primero, lo único que se hará será digitalizar la ineficiencia con mayor velocidad.
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